TODO PARECE ESTAR EN SU SITIO
- fjruizmo
- 10 ene 2018
- 2 Min. de lectura
En el momento en que escribo este artículo, es 8 de enero de 2018 y tengo la sensación que todo vuelve a ser “normal”.
Supongo que hoy es el primer día de “descanso” para muchas personas. Y entrecomillo “descanso” porque, salvo excepciones, las personas nunca descansamos. No podemos hacerlo porque nuestro cerebro no puede cesar en su actividad y empuja al resto del organismo a mantenerse ocupado aunque ello le suponga un esfuerzo que, en ocasiones, resulte excesivo.

Hoy descansan algunas madres y padres, y también algunos abuelos. Porque desde el pasado viernes 22 de diciembre de 2017 hasta hoy mismo, los pequeños de la casa han estado a cargo de ellos con una energía desbordante propia de la infancia y las ilusiones de los regalos navideños.
Sin embargo, los que solemos caminar por las calles en dirección hacia algún lugar o regresar de alguna parte, nos movíamos en un extraño silencio. No se oían los gritos de los niños en las puertas de los colegios, ni sus explicaciones –claras y concisas- cuando son casi arrastrados por las aceras de la mano de quienes los llevaban a estos colegios, las ruedas de las carteras repiqueteando en los adoquines de las aceras –porque hoy día los críos van con carteras/maletas al colegio-, los pitidos de los coches que no pueden transitar debido a la presencia de vehículos estacionados en doble o triple fila, los buses repletos de gente con niños que no quieren sentarse…
Y, sin embargo, me gusta –o tal vez, necesite- que regrese esa extraña “normalidad”. Porque, para mí, representa un signo de normalidad. Cuando los niños van a clase, todo parece estar en su sitio, ordenado, “todo está bien”… Y es que, cuando no hay clases, siendo un día laborable, tiendo a pensar que se han suspendido por algo grave: un atentado, un aviso de bomba, un escape de gas, un accidente…
Por fin, hoy regresamos a la monótona y necesaria realidad.
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