El alma de mi tierra
EL ALMA DE MI TIERRA nació como una protesta, como un grito de libertad y luego, sin darme cuenta de ello, se convirtió en el renacer de algo que tenía olvidado
Con toda la sinceridad que me es posible, he de confesar que se hizo justicia. Las formas fueron sibilinas, eficaces, aunque no terminaron por solucionar el problema. Era lógico que el grupo de investigación del que formaba parte terminara desapareciendo; en otras circunstancias lo habría hecho antes. Y, por mi parte, estaba tan cansado de mi propio autoengaño que, cuando todo terminó, no me supuso ningún disgusto
Sí me resultó hiriente cómo fuimos tratad@s quienes nos presentamos a la última convocatoria de profesores de secundaria –ha pasado el tiempo y desconozco si se ha convocado alguna más-. El menosprecio por parte del tribunal fue estentóreo. Tanto, que decidí no dedicar ni un minuto más de mi vida a algo que no me interesase. Y por ello, tomé la determinación de recuperar una de las pasiones que tenía olvidada: la literatura. EL ALMA DE MI TIERRA es un grito sordo y apagado de protesta por tantos años de engaños y autoengaño
Pero quienes se han acercado –o tal vez lo hagan- a esta novela no encontraran una narración sobre las muchas sombras y pocas luces que recorren los departamentos universitarios, ni mis frustraciones, ni revancha alguna
No han sido poc@s quienes –de manera directa o indirecta- me han hecho estas dos preguntas: ¿Cuánto hay de ti en ella? No lo sé. Ha pasado el tiempo y sigo sin tener una respuesta clara; creo que nunca la encontraré, aunque no me rindo. ¿Se puede amar como lo hacen tus personajes? SÍ
