LA PARADOJA DEL CAMBIO CLIMÁTICO
- fjruizmo
- 9 oct 2017
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El concepto de "Cambio climático" se ha convertido en un cajón de sastre de lo más interesante puesto que parece ofrecer un sinfín de explicaciones para cualesquiera de los fenómenos atmosféricos-climáticos que acontecen casi a diario y, a la vez, permite opinar sobre el mismo a quien se le antoje.
Dejando de lado los eslóganes utilizados como mantras, la posible explicación del cambio climático encierra una paradoja científica de lo más atractiva desde el punto de vista intelectual. Y es que existen dos teorías que pueden explicar dicho origen y que, según quienes las analicen, pueden ser contrarias o complementarias; cuestión esta que añade más atractivo si cabe a dicha paradoja.
Por una parte, tenemos la teoría del origen antrópico. De una forma muy resumida (tal vez en exceso) esta nos viene a decir que el aumento global de la temperatura del planeta está ligado de manera directa al incremento de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera, debido principalmente al uso de combustibles fósiles. Actividad que se viene dando desde la utilización del carbón como principal fuente de energía en la Revolución Industrial a mediados del XVIII. Esta teoría queda refrendada por datos contrastados y aceptos por la comunidad científica.

Pero, por otra parte, todas las ciencias que estudian el planeta coinciden, sin género de duda, que éste ha pasado por varios periodos de glaciación (mínimo de cuatro) entre los que se han intercalado periódos cálidos. De hecho, los geomorfólogos más puristas consideran que todavía nos encontramos en la última era glacial puesto que aún queda hielo en los polos y no se podrá considerar finalizada hasta que desaparezcan. De ello se deduce que los anteriores periodos cálidos no se debieron a la acción del hombre puesto que, como tal, sólo estaba presente a finales de la última glaciación y su "modus vivendi" era correr detrás los rebaños nómadas con objeto de conseguir un mínimo de proteínas que, dadas las condiciones climáticas tan adversas, no podían encontrar de ninguna otra forma.
La paradoja está servida: dos hipótesis científicas contrastadas y, por tanto, consideradas teorías, que se contradicen. Es decir, un problema científico que admite dos soluciones distintas y ambas correctas.
¿Cómo es esto posible? ¿Con cuál debemos quedarnos? ¿Existe solución al entuerto?
La respuesta a la primera pregunta (¿Cómo es esto posible?) puede tener una explicación relativamente sencilla: la escala temporal o, de manera más sencilla, el punto de vista del observador. La primera teoría nos muestra una realidad que no excede los trescientos años; mientras que la segunda nos habla de millones de años, reduciendo la primera a un simple "suspiro", una "leve inhalación" del planeta. La cuestión es que nosotros sí vivimos dentro de ese suspiro y, por tanto, sí nos resulta importante que la temperatura media del planeta suba 1.5 grados centígrados.
La segunda pregunta (¿Con cuál debemos quedarnos?) también puede tener una explicación aceptable desde el punto de vista científico. Nos la ofrece un señor que vivió a medio camino entre los siglos XIII y XIV, se llamaba Guillermo de Ockham, inglés, vestía los hábitos franciscanos y era considerado filósofo y lógico escolástico (por cierto, ¿encuentran cierta coincidencia entre este personaje histórico y Guillermo de Baskerville, el franciscano protagonista de la novela y película El Nombre de la Rosa?). Este sabio medieval propuso un principio filosófico-metodológico imprescindible para el mundo de la ciencia: en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. A este principio se le llama La navaja de Ockham. Pues bien, atendiendo a este principio, deberíamos quedarnos con la primera puesto que los científicos han demostrado que existen correlaciones estadísticas directas entre el aumento del uso de los combustibles fósiles y el de la temperatura del planeta; mientras que la segunda teoría, aun siendo cierta, no muestra dichas correlaciones; cuestión que no la invalida.
La tercera pregunta (¿Existe solución al entuerto?) también puede tener respuesta aunque exige de nosotros una mayor amplitud de miras. Y es que deberíamos admitir que ambas teorías pueden llegar a complementarse. De esta manera, el planeta puede seguir su evolución natural de "deshelarse" y avanzar hacia un periódo cálido y, a la vez, dicho aumento de temperaturas se ve incrementado por la acción de hombre. Esta propuesta exige cierta "pirueta" intelectual pero no descarta ninguna de las dos teorías.
En esta ocasión -y solo en esta- podríamos aplicar la definición que se hace de la política cuando se convierte en arte: "hacer posible lo imposible".
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